01 mayo 2010
















De humanos y vegetales

Ayer me recibió mi ego con un:
¡Bienvenido de nuevo al club de los suspicaces, un lugar donde lo incuestionable se encuentra en el fondo del despeñadero de las dudas!
Y como no hay mayor emoción que la que provoca estar al borde del desastre, o paseando por las cercanías de un precipicio enredado en buscar un sentido al concepto de “la nada”, me dije:
¡Viva la concupiscencia de lo impuro y de lo desvirgado sin sufrimiento, en pura alegría!, y me quedé tan pancho.
Ya Ciorán, maestro en reflexionar sobre la amargura y el desasosiego, dejó escrito:
“La condición humana es una estafa, burlémosla haciéndonos vegetales “
Qué decir… descubro mi sombrero ante esa capacidad suya de bucear en un mar muerto con los ojos abiertos a la vida, aún anhelando transmutarse en hortaliza.
Y ahora, desembarcando con un adiós, me adentro nuevamente en mi jungla incierta, volviendo otra vez a rebuscar en la hojarasca.
Eso sí, con mi retina eternizando esa esencia de lo bello e inviolable que la fotografía del encabezamiento de este escrito tan bien refleja.